Manual práctico para establecer remoquetes

Ya no encuentro ningún atractivo en los apodos que escucho en la calle o veo en la red. ¿Cuántos Chechos, Lalos, Gordos, Negros, Julis, Muñes, Chiquis o Bebés puede haber en la ciudad? Una cantidad de denominaciones genéricas que no terminan distinguiendo a quienes las portan, porque, se supone que ese es el objetivo de un alias: diferenciar del resto, distinguir a alguien por el apelativo. La creatividad y el esfuerzo a la hora de realizar esta tarea quedaron delegados, al parecer, a esa parte de la población que está por fuera de la ley. Para poder violar las leyes hay que recurrir a métodos creativos, por ende es un gremio que cuenta con muchos creativos, y se nota, hay que admitirlo, que se esfuerzan para crear sobrenombres geniales. Además crearon una herramienta para camuflar el idioma que enriqueció ese universo creativo del hampa nacional: el parlache.

Sin querer ser arrogante, puedo decir que muchos apodos que he creado a lo largo de los años aún se conservan intactos, a pesar del tiempo y de la distancia, y eso se debe en parte a que invertí muchas horas de mi adolescencia procurando poner, digamos, buenos apodos. Empecé usándolos como método defensivo en respuesta a los que me atacaban, en cada entorno me conocían por un alias diferente, y eso sí, totalmente en contra de mi voluntad. Cuando vi que de nada valdría enfrentarme a la lengua de los otros, empecé a afilar la mía; fue cuestión de aguzar el sentido de la vista, la intuición, cultivar la creatividad y, con un poquito de chispa, quedó completo el trabajo.

Ahora sé que me sirve para todo. De hecho, gracias a mi carácter autodestructivo carezco de memoria y se me dificulta recordar los nombres de algunas personas, y es ahí cuando esta facultad me es de gran utilidad, aparece, de pronto, el apodo que le hube asignado con anterioridad a ese rostro y el registro sale exitoso. También con la pareja es útil porque por lo general cada uno tiene un nombrecillo especial y cuando son genéricos, a veces, crean problemas conyugales ―del tipo “¿por qué le dices a ella igual que a mí?”―. Aunque no pienso ahondar en este contexto, basta decir que cualquier palabra que evoque ternura, en diminutivo, sirve (pastelito, confitico, regalito, bomboncito, paquetico, cachorrito, etcéterita). Este manual está pensado y redactado para diseñar remoquetes ofensivos ―ya la sola palabra remoquete lleva una ofensa―.

Primer paso: elija la finalidad del apodo. Puede ser por odio o simplemente por fastidiar. Recuerde que para el primer fin habría que imprimir mucha más agresividad en el resultado final. Enfóquese en el Sujeto X, en la víctima, y piense en cómo quiere que sea recordado cuando escuchen el remoquete: no es lo mismo que alguien sea conocido como Garavito, a que le digan Garavicio.

Segundo paso: detecte los defectos. Pueden ser evidentes o poco evidentes. a) los defectos evidentes. Pueden ser algún lunar mal ubicado o algún retraso mental, ambas situaciones serían de gran ayuda. Aunque resulta un cliché, es efectivo y genera mucha recordación. Cuando tenga su preferido asegúrese de que coincida con su fin último (si es odio, que el defecto sea denigrante; si es fastidio, que el defecto sea superficial). Si definitivamente el Sujeto X no tiene defectos evidentes, busque, b) los defectos poco evidentes. Esta parte es compleja y requiere de mucha concentración. No importa el tiempo que tenga que observar o escuchar hablar a su víctima, en cualquier momento va a encontrar lo que busca. Tiene que ser sagaz para pescar un ‘buen’ defecto, algo que usted pueda usar para ofender: fíjese en el uso de las palabras, en lo que piensa, en la forma de comer, en la forma de inyectarse, como camina, y en fin, analice al Sujeto X.

Tercer paso: etiquételo. Con los elementos que tiene a la mano puede hacer un primer acercamiento, llamémoslo acá, una maqueta. Sálgase de lo convencional y convierta al clásico Pacho El Gordo en el moderno ByPacho, olvide al Negro y vuélvalo Mierda o cambie ese Feo por un Mondongo. El nombre debe incluir implícito el fin último y el defecto, pero también debe ser creativo y, ojalá, gracioso. Si se ríen de El Barroso, ¿cómo no reírse más de Guayaba o de Carevómito? Los nombres que nos ofrecen las patologías médicas o las bacteriológicas están cargados con malicia y sonoridad; Quiste Andante, Eccema o Migraña pueden resultar genéricos pero específicos a la vez, no pierda su norte.

Cuarto paso: pruébelo. En primera instancia hágalo con usted, piense qué tan cómico/jocoso/ofensivo/denigrante/degradante/deprimente le parece. Si cree que tiene estándares aceptables, empiece a compartirlo con alguien cercano ―a usted―, puede ser un grupo de dos o tres personas, que necesariamente conozcan a su víctima: ahí va a verificar la eficacia de su trabajo a menor escala, puede comprobar si es divertido fijándose en las risas, y puede verificar la recordación si se quedan repitiéndolo como discos rayados. De no ser así, de notar resultados no esperados, retome los pasos anteriores hasta que, al llegar a este, haya satisfacción general y personal. De no lograr satisfacción en sus intentos, salte al paso sexto.

Quinto paso: láncelo. Arrójelo, tírelo, dispárelo. Piense que el remoquete que ha diseñado es una bomba muy pesada y muy peligrosa. Solo tiene una oportunidad para que llegue a su objetivo y cause el mayor daño posible. Encuentre la manera de poner a la víctima en situación ―mientras más público, mayor vulnerabilidad presenta― y deshágase de su creación. Tenga en cuenta que todo el esfuerzo invertido en la tarea puede resultar inútil si este último paso fracasa. Si llegara a lanzar el apodo y no arroja ni una risilla, aborte. Aborte. Váyase lejos. Si puede, cambie de identidad.

Sexto paso (adicional): modifique el nombre original. En caso de que nada de lo anterior, hasta el paso cuarto, le haya funcionado o que el defecto de ese Sujeto X sea de nómina, manoséelo con la mayor libertad. Alberto, Gilberto, Norberto (y los que terminan en erto), por ejemplo, tienen rimas exquisitas. Recuerde que la herramienta que tiene a la mano es el lenguaje y, el nuestro, por lo menos, es muy flexible. Acomode palabras, duplique sílabas, hágalo sonoro, divertido, ameno, ridículo. Es de aclarar que en casos específicos ―y abundantes, por fortuna―, el Sujeto X carga a cuestas con un remoquete de nacimiento. Aquel Néstor Estivenson, aquel Yeferson Estiwar, aquel Maicol David, aquel Walterson no necesita otro apodo. Basta con marcar la pronunciación del nombre, sílaba a sílaba. Encerrándolo entre signos de interrogación alcanza daños increíbles. ¡¿Yé-fér-són-És-tí-wár?! Con eso bastará.

Espero haber sido de ayuda para usted, y sobre todo, para mí. Quiero volver a escuchar en la calle esos apodos que otrora abundaban, tan populares en la Antioquia de antes, en la Medellín del pasado, en la del idioma rico en remoquetes, donde nada se llamaba por su nombre.  Así, pues, siguiendo los pasos anteriores usted conseguirá lograr lo que nunca quiso o nunca pudo. Esto le sirve a usted, Bolemugre, Barrilete, Garra, Carechamba, Pocillo, para devolver los honores con la mayor potencia del caso. Completando los cinco, o los seis pasos, usted va a asegurar un remoquete fino, eficaz y duradero.

Tips de colombianidad para extranjeros

La historia de la fundación de estas tierras que ahora poblamos nos relata muchas situaciones de extranjeros que llegaron atraídos por alguna de sus maravillas y decidieron quedarse, o por lo menos, volver. Colombia siempre ha sido un país turístico, sobre todo desde que se consagró como líder en producción y exportación de cocaína y mariguana por allá en los ochentas, de todo el mundo llegan personas a conocer esta joya mágica que tiene el sur de América. No es raro ver unos cuantos rubios perdidos en alguna iglesia o en alguna plaza, con una cámara en la mano y hablando estupideces en otro idioma, en cualquier ciudad.

Meses atrás me di a la tarea de redactar un decálogo para extranjeros en Colombia para un amigo que iba a venir a visitar el país, pero ahora que ha pasado tiempo y vuelvo a revisarlo, creo que se queda corto para las complicaciones que pueden surgirle a un ser extraño en estas montañas. Se avecina un mundial en Colombia y eso quiere decir, en general, que muchas personas de muchos países van a venir a hospedarse, al menos, en las principales ciudades. Digo ‘en general’ porque eso es lo que piensan en el exterior, acá la lógica funciona diferente; el mundial en Colombia significa que va a haber trabajo: formal e informal, legal e ilegal.

Tómese como consejos, como tips, como cápsulas didácticas; como una segunda parte del decálogo, esta vez actualizado en contexto, en situaciones, algo más explícito pero a la vez más general. Si usted es colombiano (residiendo en Colombia) va a considerar  obvios o estúpidos algunos puntos, pero si usted es extranjero y planea quedarse algún tiempo en el país, tome nota, analice cada paso, practique a solas frente al espejo y considere valioso este documento, le aseguro que le va a servir.

Consiga un aborigen de confianza. Teniendo a un nativo a su favor, puede estar seguro por lo menos mientras está con él. No lo compre con espejuelos o figurillas brillantes, ofrézcale algo de su moneda extranjera, si puede regálele un artefacto electrónico barato, una camiseta que no use o licor; a los locales se les adiestra con relativa facilidad. No es fácil reconocer una persona amable, recurra a hostales de estudiantes, allá generalmente hay buena comida también.

No vista prendas de tiendas de recuerdos. La camiseta de “I Love Cartagena” no le da la inmunidad que usted cree que tiene. Los locales no lo van a respetar porque usted muestre cariño con el país que visita, y, por el contrario, mientras más afecto demuestre, más recuerdos le van a querer vender. Lea bien, querer vender. Se lo venden por que se lo venden, es una batalla perdida. Si va a comprar recuerdos de su viaje, úselos en su país, acá ese acto no es apreciado de la manera que usted espera.

No se emborrache en público. ¿Cómo venir a Colombia y no saber a qué sabe el guayabo colombiano?, con la variedad de tragos exóticos de fabricación artesanal que tiene el país usted no se puede descuidar y menos en público. Si se embriaga, baja la guardia y con seguridad se aprovechan de su estado. Si piensa excederse, hágalo a solas o con su aborigen de confianza pero recuerde que la resistencia al Absolut o al Something Special no le va a valer de nada contra la chicha, el chirrinchi o el aguardiente.

No salga con más de cuarenta mil pesos. Con esa cantidad, el colombiano promedio asiste día a día a reuniones sociales, conciertos, partidos de fútbol o sale los fines de semana. Son ciudades pequeñas donde el transporte público es barato, la comida callejera es barata, el licor es barato, y en fin, es un país barato. Cuando los locales vean que sus recursos son tan ínfimos como los de ellos, el peligro de robo se reducirá notablemente.

Imite. Este consejo es complicado porque cada persona se puede ajustar a una región específica, entonces es general y variado: si usted es de tez blanca y lleva ligeramente ruborizadas las mejillas puede aparentar ser de Santuario (aprenda a pronunciarlo con el seseo marcado tradicional de Antioquia), si es afrodescendiente tiene la opción de decir que viene de Quibdó (ignore la letra b cuando lo diga), si tiene rasgos indios perfectamente puede ser de La Guajira (sea que venga de La India o sea que tenga sangre indígena) y si tiene ojos rasgados y piel amarillenta simplemente diga que tiene “un lestaulante”. Asegúrese de asesorarse bien a la hora de los acentos y de la vestimenta, pasar desapercibido es difícil pero tiene muchas ventajas. Para su comodidad, voy a estar asesorando gratuitamente varias semanas, mande su foto de cuerpo completo para indicarle personalmente qué región puede empezar a estudiar.

No se levante cuando escuche el himno nacional. ¿Se ha preguntado por qué suena el himno local en las emisoras y nadie lo canta?, es posible que en su país se detengan algunas actividades diariamente para entonar el himno, acá no. Cuando lo escuche en la radio, cambie la emisora hasta que encuentre una donde no esté sonando, si es en televisión haga lo mismo, pero en televisión nunca pasa. Es difícil explicar el porqué de este comportamiento, sólo hágalo. Acá los símbolos patrios sólo tienen validez cuando juega la Selección Colombia.

Aprehenda léxico. No solo tenga una listilla con algunas palabras extrañas del país que visita, recuerde que el idioma que hablamos en Colombia es muy rico y tiene unas expresiones que usted debe tener en cuenta a la hora de vivir acá. Por ejemplo si le dicen que coma callado, se refieren a que no puede hablar de y no a ingerir alimentos en silencio. Cuando le digan el precio de algún artículo que desee adquirir, sin importar lo barato que le parezca, pregunte ¿y cuánto es lo menos?, esto automáticamente le dará inicio a una pugna con la otra parte donde, si usted es persistente, recibe un descuento (una variación es ¿y a mí en cuánto me lo deja?). Si escucha que alguien está mamado no se alarme ni sienta envidia, sólo es cansancio. Golear no siempre se utiliza hablando de fútbol, golear significa robar y acá robamos en cualquier situación.

No coma en restaurantes. Mi recomendación es buscar comida local en puestos cercanos a su lugar de residencia o en el mismo lugar de residencia. Resulta que en los países tercermundistas abunda la mendicidad y los focos de mendicidad a veces coinciden con las zonas rosas, donde están los restaurantes más concurridos. Ir a comer, entonces, resulta en una travesía donde, si tiene buenas intenciones, se queda sin sencillo. Los restaurantes caseros son opciones alternativas muy buenas, desayunos, almuerzos y platos en general, ricos, abundantes, baratos y sin tanta gente molesta al rededor. También sin mendigos.

No use sandalias con medias blancas. Se dice país tropical pero es pseudo-tropicaloide, el clima varía según el genio del fenómeno que esté de moda en la región y cuando estamos en verano podemos entrar en un invierno temporal que desboca en un verano temporal que deja llegar el cierre del invierno temporal y da paso al verano. El ciclo se repite sobre todo en las regiones donde casi no llueve. Acostúmbrese a llevar tenis, las zapatillas deportivas son todo terreno. También, si puede, cargue bloqueador solar y paraguas.

En caso de emergencia, corra. No se le ocurra llamar a la línea gratuita 123 (la equivalente al 911 en Estados Unidos), con los problemas que tenemos acá y por su acento, pueden pensar que se trata de otro borracho que necesita con urgencia que le lleven más trago. Le sirve más tener unas piernas largas y un físico adecuado; es mejor prepararse para correr, nunca sabe uno cuándo pueda necesitarlo.

Socialice. No se puede quedar encerrado por miedo, ¡no!, salga, conozca a los nativos. En su país puede que los lugares sociales sean los parques o los teatros o los supermercados, pero acá en Colombia cambian los lugares para llevar ese fin. Una piscina pública puede ser el lugar perfecto para encontrar amistades…y hongos. A las afueras de los aeropuertos por lo general se reúne un grupo de gente que aplaude cuando aterriza alguna nave, entre esas personas puede encontrar calor humano. El centro, de noche, se vuelve un punto excelente para encontrar compañía; acuda a bares, tabernas, prostíbulos y demás sitios de esparcimiento. Si es mujer, haga lo mismo.

Póngase un alias local. Para que no tenga que escuchar su nombre mal pronunciado una y otra vez, escoja un sobrenombre que lo libre de tener que estar corrigiendo. Sea creativo pero investigue, recuerde que alias como Rasguño, Jabón, Peterete, Guadaña o por el estilo, le pueden traer problemas. Intente con unos comunes y fáciles de pronunciar (igual que al nombrar un perro, con dos sílabas): Chucho, Gringo, Mono, Guillo, Nano, Flaco, Cuco…

No se broncee. Se salva si nació bronceado (guiño). Si la idea es el camuflaje, no muestre su sus manos coloradas y sus piernas brillantes, tápese. El sol de acá es violento, acá todo es más violento. Recuerde usar el bloqueador solar. Y también el paraguas.

Aplicando los anteriores consejos no va a obtener la ciudadanía colombiana (ni mucho menos), pero va a encajar, de alguna manera, mejor. ¡No se limite! Usted llega a un país de diversión ilimitada para extranjeros y con la suficiente maña puede salir bien librado. Es posible que también se queden cortos, pero los anteriores tips van a ayudar a que los extranjeros que visiten a Colombia sepan qué hacer en algunas situaciones cotidianas. No olvide vacunarse antes de viajar, procure que las maletas sean con poco peso, sin doble fondo y con dos o tres candados, compre baratijas electrónicas para obsequiar y alístese a llegar a Colombia, acá lo esperamos con las manos abiertas.

A la mano de Dios

El primero en saber en el hospital fue Eladio, el celador de la portería principal. Llegó corriendo hasta la sala de urgencias, tan rápido como sus viejas y fofas piernas lo dejaban, andaba buscando al doctor Morales. Después de ubicarlo al fondo, en la camilla dieciocho, se le acercó y mientras veía suturar unas puñaladas de un estómago, se dirigió a él.

            ― Doctor Morales, disculpe que lo interrumpa, pero yo creo que es mejor que venga a ver esto…
            ―¿Algún herido grave ―apartó la vista del estómago―?
            ―Yo creo que sí…pero no ha llegado.
            ―¿Cómo así? ―no podía imaginarse una urgencia sin herido―
            ―Venga y mire, doctor, yo no sabría explicarle.

El doctor Morales se quitó los guantes, le delegó a una enfermera su trabajo y se dirigió hasta donde estaba el problema, con Eladio guiando el paso. ¿Qué podía ser más urgente que esas puñaladas?, ¡tan bien logradas que estaban! Tenía que ser algún neonato abandonado en malas condiciones o algún mafioso que tenía intimidado a Eladio, no era la primera vez que se aprovechaban del pobre viejo y lo dejaban sin la escopeta inservible de dotación.

Cuando el tipo raro vio que el doctor llegaba le estiró la mano. Así toda ensangrentada, caliente aún. El doctor Morales la recibió, incrédulo, no podía ser una mano real, el tipo actuaba raro pero dentro de lo raro le parecía que estaba tranquilo.

            ―Aliste todo, doctor, que ya viene ―dijo, de pronto, con voz queda y las palabras lentas, el tipo raro―.
            ―¿Ya viene quién?, ¿de qué se trata todo esto? ―preguntó el doctor Morales―
            ―Ya viene, doctor, ya viene ―respondía, ido, el tipo raro―

El doctor comprendió que era mejor ir a buscar una nevera con hielos y dejarlo a la mano de Dios, volvió hasta la sala de urgencias, corriendo, con mano en mano, y organizó un equipo de médicos y enfermeras alrededor de ese miembro perdido. Eladio le regaló un café al tipo raro y lo invitó a sentarse en la sala de espera, con la luz de adentro se podía la sangre que lo cubría. Mientras las enfermeras lavaban y esterilizaban la mano, un par de doctores, Morales y Domínguez, intentaron hablar con el tipo. Después de un interrogatorio de media hora lo único que obtuvieron saber era que el dueño de la mano estaba en camino y que el tipo raro había ingerido varias “pepas”, solo eso.

            ―¿Con qué pudieron cortar esto? ―le preguntó el doctor Morales al doctor Domínguez, en el quirófano que habían separado para la mano, con ella presente―
            ―Ni idea, hermano, y eso que vengo de familia de carniceros…mire, ni con el hacha más grande logra uno esa perfección…―señalaba con cuidado los bordes―
            ―Lo único que se me ocurre…―se tomó un momento para pensar las palabras que iba a decir― es con láser. Pero, ¿de dónde van a sacar un láser?, ¿ese tipo raro tiene acceso a un láser?

Pasó una hora y todavía no llegaban a reclamar la mano. El tipo raro estaba sumido en un mutismo que ni con agua helada se pudo mejorar, así que, por órdenes administrativas, el caso de la mano sin dueño y el tipo extraño de las pepas pasaba a manos de la policía. Dos agentes uniformados, un capitán y su subalterno, se hicieron presentes y cuando se les puso al tanto de la situación, empezaron a trabajar para averiguar todo lo posible. Llegaban informes desde la central principal de datos del país, todos negativos. Ningún hecho violento denunciado en el transcurso de la noche, tampoco resultaron mutilados en los otros hospitales y las huellas digitales de esa mano no estaban registradas. La mano no era de nadie. Nadie llegó por la mano.

Dedicado a esa mano que nunca pudo volver a su lugar.

Entrevista con El Sujeto. Parte IV.

Terminó su perorata sobre el continente asiático en general, dijo algunas palabras en mandarín, habló de filósofos orientales y cuando estaba más energizado hablando, lo detuve para poder hacerle las últimas preguntas de la entrevista, con la promesa de llevarlo a comer arroz chino después de finalizada. Así, concentrados ―en la comida china― empezamos nuestra última sesión de preguntas.

PARTE IV: Dudas de la dudosa obra.

Andrés Flórez (AF): ¿Por qué escribe El Sujeto?
El Sujeto (ES): Porque es fácil, rápido, barato y se puede hacer sentado, mientras fumo.

AF: Generalmente, ¿qué lo motiva a escribir?
ES: No necesito motivaciones para escribir, tampoco musas: yo escribo cuando se me ocurre escribir. Lo único que necesito es que la historia me sorprenda y empiezo a hilarla hasta que me guste.

AF: ¿Qué condiciones necesita para sentarse a escribir?, ¿qué ambiente le parece propicio?
ES: Alguna sustancia que me haga funcionar la máquina, tal vez un café, un cigarrillo y silencio. He intentado escribir con algún ruido de fondo y no me ha salido nada que me agrade. La mejor parte para escribir creo que es mi habitación, tengo todo lo que necesito a la mano, a veces en el estudio.

AF: ¿Prefiere escribir sobre papel o directamente en el ordenador?
ES: Utilizo las dos formas, cada una tiene su uso. A lápiz y papel anoto las ideas principales, las organizo, tacho, re tacho, escribo y reescribo hasta que tenga forma; me siento frente al ordenador y me explayo en la transcripción todo lo que puedo, reutilizo las ideas ya garabateadas, las modifico o las reinvento.

AF: ¿En qué género se siente más cómodo?
ES: Siempre estoy pensando en cuentos, se me facilita imaginar personajes y situaciones para cuentos, pero a veces se me pasa por la cabeza algún tipo de ensayo, o de monólogo, o de crónica, o de poema, o de rima, o de reportaje…definitivamente me siento más cómodo contando cuentos.

AF: ¿Qué autores considera que han influido en su obra?
ES: Todo lo que leo se me pega, pero hay unos que me han quedado más pegados, por ejemplo Charles Bukowski, Fernando Vallejo, Gonzalo Arango y toda su gallada nadaista, algo de Daniel Samper Ospina y Héctor Abad Faciolince…―se quedó pensando― es que hasta el mismo Gabo.

AF: ¿Cómo utiliza el humor en lo que escribe?
ES: Negro, cargado y sin azúcar. Yo creo que lo que más me gusta de escribir es cuando me logro hacer reír; a veces releo algo que escribí algunos meses atrás, algo que no recuerdo completamente, veo algún comentario que me suelte alguna risa y la satisfacción es bien grande. El humor es una herramienta muy efectiva a la hora de decir lo que uno piensa porque crea recordación, agrada la forma del mensaje, por más crudo que pueda ser.

AF: ¿Y la ironía?, ¿qué tanta aparición tiene en su trabajo?
ES: ¿Ironía, yo?...se me sale así nomás…―se excusó―No es trabajo porque no me pagan, pero yo creo que con el humor negro y la exageración, es otro elemento del que me sirvo para que mis mensajes lleguen. Recuerde: humor negro, ironía y exageración ―las enumeró con la mano―.

AF: Leyendo varias de sus cosas se me ocurren unas dudas que no sé si son humor negro, ironía o exageración, por ejemplo, ¿usted dice que es argentino pero nacido en Colombia?, ¿obtuvo la ciudadanía después de nacer?
ES: No, ché. Mirá ―me soltó con su mejor acento porteño―, los argentinos somos tan increíbles que nacemos donde queramos…para que no te confundás: soy un argentino que le quise dar a Medellín la fortuna de nacer aquí.

AF: ¿De verdad cree que en Colombia somos tan ignorantes, tan estafadores, tan mentirosos, tan desordenados, tan perezosos, tan… ―me interrumpió, indignado―?
ES: ¡No!, yo no creo todo eso… ―me miró a los ojos― estoy seguro.

AF: ¿Y por qué no se va a vivir a Argentina?
ES: Básicamente, por el clima, ya sabe, no me gustan las estaciones…

AF: ¿Qué temas son recurrentes en sus historias?
ES: Yo intento no limitarme con temas, más bien me fijo en situaciones. Pongo a alguien en peligro o lo separo del resto y eso me da opciones para seguir construyendo la trama. En general, resumiendo en temáticas, creo que drogadicción, felicidad, ambición, azar…no, es que no puedo hablar de temáticas.

AF: ¿Cuál es el proceso para escribir algo?
ES: Primero me llega alguna imagen mental, de esa foto saco un personaje, una historia, un contexto y de ahí me paro a rayar libreta. Cuando ya me puedo contar el cuento de principio a fin, cuando me sé la historia completa y me la creo, me vuelvo a sentar, ahora en el computador y empieza la travesía. En ese momento, aunque sé qué va a pasar y sé cómo lo voy a contar, me entran nervios porque todavía siguen por resolver un montón de incógnitas antes de contarlo todo. Pasan horas o días y la historia está completa, la comparto con algunos de confianza que siempre me dan opiniones y la publico si me siento complacido. Si no, se archiva o se borra.

AF: ¿Cuánto tiempo se demora escribiendo un cuento o una crónica?
ES: Depende…―se notaba confundido―
AF: …¿De qué?
ES: Del tiempo que me demore escribiéndola ―sentenció―. A veces me sale una historia en varias horas, a veces logro completar ideas en varios meses…es muy relativo, ¿me hago entender?

AF: A veces… pero cuénteme, cuando describió la muerte de un torero, ¿trató de insinuar alguna postura personal hacia la tauromaquia?
ES: Sí, quise decir que los humanos a veces matan toros pero a veces matan humanos que matan toros…también, que unas orejas se pueden ver bonitas en una urna de vidrio.

AF: ¿En verdad odia tanto a los niños?
ES: No es odio, es más bien asco. Con ellos tengo dos teorías, casi comprobadas científicamente: la primera es que los niños son aliens, tal cual, babosos, repugnantes, bullosos…pero evolucionan. La otra es que nacen ebrios, fíjese que son pequeños borrachitos caminando por ahí como pueden, babeándose todo el tiempo, hablando incoherencias, metiéndose objetos a la boca, vomitando en la ropa, tropesándose en cada paso y a medida que tiene contacto con la sociedad se va regenerando…algunos no pueden salir nunca de esa niñez ebria.
AF: ¿Y es que usted nunca fue niño?
ES: Sí, de ahí viene mi actitud…

AF: ¿Tiene algún escrito preferido?
ES: Sí, un poema de gonzaloarango que dice…―lo interrumpí para ser más preciso―
AF: Suyo, que haya escrito usted, digamos, un ‘hijo bobo’…
ES: Ahhhh, bueno… déjeme lo pienso ―se tomó algunos segundos―, sí, ya que me pregunta sí tengo un preferido, es la historia de alguien que se suicida en un año nuevo todo borracho…hermosa… ―una lágrima brotó de sus gafas―

AF: ¿Y algún personaje preferido?
ES: Sí, por ahora es una monjita, la hermana Sor Nera…así me quiero encontrar yo a alguien ―sonrió con plenitud―.

AF: ¿Sus personajes son inventados o son copia de existentes?, ¿imaginarios o de carne y hueso?
ES: Hay de todo, hay personajes que me inspiraron a crearles alguna historia o hay historias que me inspiran a crear personajes, también hay personajes que existen pero dotados con otras cualidades que se ajusten a la historia y a lo que pretendo contar.

AF: ¿Piensa vivir de lo que escribe?
ES: No, pienso morirme escribiendo.

En ese momento se levantó y fue hasta el balcón a fumarse un porro que había estado armando mientras me contestaba las preguntas. Desde allá me llamó y, diligente, acudí. Mientras llegaba el arroz chino tuvimos la oportunidad de cruzar algunas ideas, fue agradable conversar con el tipo sin tener la grabadora prendida, era más suelto y me hablaba con más confianza. De todas formas no hablaba sino mierda. Y así, con la boca seca y los ojos rojos, termina esta serie de publicaciones donde, definitivamente, no quedó del todo claro quién es El Sujeto que cavila.

Entrevista con El Sujeto. Parte III.

Llegué con el par de cafés echando humo y vi que no eran los únicos. Ahí seguía sentado, fumando y mirando a ningún lado. Recibió el tinto como un premio, me confesó que era otra sustancia de la que dependía, me dijo que no había un día en que no se levantara con un café. Lo invité, ya estando complacido, a proseguir con la nueva tanda de preguntas.

PARTE III: De polémica.

Andrés Flórez (AF): ¿Qué opina de la liberación femenina?
El Sujeto (ES): ¿Cuál?, yo veo que la vienen mencionando hace años pero no he sabido que llegue…

AF: Me refiero a la igualdad de géneros, ¿considera que los hombres son iguales a las mujeres?
ES: ¡Nunca! ―se levantó de la silla, irritado― Cada uno tiene sus roles en esta sociedad, por algo existen los burdeles y los sostenes ―tomó asiento de nuevo―. Otra cosa es cómo disfruten de los genitales…

AF: Hablando de libertad de sexo, ¿está a favor del matrimonio entre parejas homosexuales?
ES: No lo apoyo, estoy totalmente en contra.
AF: ¿Cuáles son sus argumentos?
ES: Eran los únicos que se salvaban de ese error, ahora por el simple esnobismo se van a condenar muchos y muchas. Muy ilusos si creen que por el hecho de estar casados los van a dejar de mirar extraño, yo creo que, mejor que se acostumbren a la gente boba y disfruten de las relaciones sin contrato.

AF: ¿Y qué opina de la adopción por parte de parejas del mismo sexo?
ES: Desde que adopten un buen perro, está bien.

AF: ¿Está en contra o a favor del aborto?, ¿en caso de ser mujer, abortaría por alguna razón?
ES: Estoy con el aborto, es más, si fuera mujer abortaría semanalmente así no estuviera embarazada, por prevención. No veo nada de positivo en andar por ahí con un tumor tan pesado, tan caro, tan parásito, tan ladrón, tan fastidioso, y que, si lo dejo crecer, duele para toda la vida.

AF: ¿Cree que Osama Bin Laden está realmente muerto?
ES: No, yo creo que sigue con vida y está reunido con otros. Mire, acá entre nos, sé de la existencia de una isla por Las Antillas…―tomó un sorbo de café, se acomodó bien en la silla, hablaba en serio―…ese pedazo de tierra no está en ningún mapa, pero créame, está lleno de gente famosa: están, entre otros,  Celia Cruz, Marilyn Monroe, Héctor Lavoe, Bob Marley, Carlos Gardel, El Che, Tupac, Pablo Escobar, Michael Jackson, John F. Kennedy, Hitler, Chaplin y el que presentaba Art Attack…

AF: ¿Cree que el hombre sí llegó a La Luna?
ES: ¿No se vio StarWars? ―alcanzó a lanzarme, luego de recuperarse de un ataque de asma que le produjo una carcajada―

AF: ¿Sin tetas no hay paraíso?
ES: No veo televisión…discúlpeme…
AF: Es decir, ¿una mujer con senos grandes vive mejor que una de senos pequeños?
ES: Si vivir mejor es tener problemas en la columna, pues sí, vive mejor, y mucho. Seguramente encuentra trabajo más rápido y hasta marido, pero no veo por qué tenga que vivir mejor. Antes creo que tener las tetas chiquitas evita numerosos momentos incómodos, qué pereza que a uno no lo puedan mirar a los ojos cuando le hablan…

AF: Por su aroma, creo que está a favor de la legalización de la marihuana. ¿Qué opina del tema?
ES: Pues estoy a favor y en contra, más en contra. Me explico: al país, si realmente le interesara acabar con el narcotráfico y con el microtráfico, le serviría más legalizar la mariguana, pero, personalmente, la disfruto más siendo ilegal. Es que, fíjese, ilegal sale barata y se consigue en unas partes específicas, acá en Medellín casi en cualquier esquina. Si fuera legal vendría con IVA y se compraría en partes autorizadas…pero eso no puede pasar, se le daña el negocio a muchos.

AF: Hablemos de fútbol, ¿cree que El Bolillo tuvo culpa en la eliminación de Colombia en la presente Copa América?
ES: Total. Si vamos a echar culpas, que empiece él por haber aceptado el cargo… ¿a quién se le ocurre meterse en ese problema?

AF: ¿Cree que la Selección Colombia está preparada para jugar un buen papel en las eliminatorias para el mundial del 2014?
ES: Sí, siempre ha estado preparada para ese papel. Todos sabemos que hay equipos que sobran, pero Colombia cada partido de eliminatorias lo juega como si fuera una final. Siempre sale eliminada. Ese es su papel.

AF: ¿Qué opina de las fotomultas?, ¿está de acuerdo con los que piden que retiren el sistema de cámaras que empezó a operar?
ES: Es un buen inicio…pero creo que antes de poner cámaras en las calles, deberían construir las calles. Medellín, y en general todo el país, tiene todavía caminos de herradura que cumplen el trabajo de calles. Por eso nunca saco la camioneta…

AF: ¿Qué opina de la Ley Lleras?, ¿está de acuerdo con la regulación del contenido de Internet?
ES: A esa ley le faltan varios dedos… Yo de todas maneras tengo mucha confianza en la piratería colombiana, nunca nos defrauda ―se santiguó―.

AF: ¿Cree que la Operación Jaque fue un montaje del Gobierno?
ES: Imposible, acá el Gobierno no se anda con montajes…yo diría que fue otra pequeña picardía del actual presidente, en ese momento, ministro de defensa y encargado de la operación… ¡es un picarillo!
 
AF: ¿Considera viable que haya leyes para regular el contenido, a veces obsceno, de las canciones de reggaetón?
ES: ¿Y yo qué putas puedo saber? De que es viable, puede estar uno seguro, ellos pueden hacer lo que sea. Lo que no entiendo es por qué se meten con el lenguaje y con la música…―miró al suelo, como triste―

AF: ¿Cree en la vida después de la muerte?
ES: Claro que creo, ese es el proceso: uno empieza a vivir desde que se muere.

AF: ¿Qué opina de DMG y el resto de pirámides?
ES: Es una lástima que no haya alcanzado a conocerlas antes…

AF: ¿Qué teoría considera válida para explicar la existencia de la raza humana?, ¿la creacionista, la evolucionista?
ES: Tengo dos, propias. La primera es que Dios creó a Estados Unidos y de ahí venimos todos, casi todos. La segunda, mi favorita, es que los humanos venimos de China, allá nos produjeron en masa, nos exportaron y evolucionamos.


AF: ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo?
ES: El huevo ―dijo, sin pensarlo dos veces, seguro―.
AF: ¿Y quién puso el huevo?
ES: Lo inventaron los chinos ―sentenció―.


En esta parte El Sujeto empezó a hablarme de China, de sus exportaciones, del PIB, de la comida y de la calidad de los esclavos amarillos. Ese receso lo utilicé para secuenciar las últimas preguntas que tenía por hacerle, llevaba meses leyéndolo y definitivamente tenía varias dudas sobre su obra. En la cuarta y última parte, que próximamente va a salir publicada, vamos a enterarnos de algunos datos de lo que escribe.

El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.