Disfrácese con El Sujeto


Hoy es el día en que, según la tradición, los hombres se pueden vestir de mujer y las mujeres de puta sin que nada pase. Yo no soy precisamente un fanático de las costumbres y menos de costumbres tan pendejas, pero esta vez quiero colaborar con la causa y, en vez de recalcar la estupidez de los que habitamos este lado del mundo, voy a dar unas recomendaciones para la creación de su disfraz. ¿No sabe de qué disfrazarse?, ¿no tiene plata para alquilar o comprar un disfraz decente?, ¿está cansado de usar el mismo disfraz de pirata de todos los años?, no se preocupe, si usted lo desea, en cuestión de minutos y con un poco de gestión y de inventiva, va a conseguir su disfraz original.

Disfrácese de John Smith (Yón Esmíd): consiga prestada una camisa beige, un pantalón que le combine, unos zapatos y unas gafas de sol (es importante que nunca haya usado nada de lo anteriormente mencionado, pero que le calcen). Cuando esté vestido así, usted será John Smith. ¿Y, entonces, quién es John Smith?, ¡usted! No tiene que vestirse como algún famoso para estar disfrazado, además… ¿qué más puede pedir?, todo eso se lo prestaron.

Disfrácese de Amy Winehouse: aprovechando que es una muerte fresca, si usted es feo o fea, flaco o flaca y drogadicto o drogadicta, solo es cuestión de conseguirse una peluca negra y un vestido de mujer (si es de manga larga puede agregarle una jeringa colgando de algón lado del brazo como detalle de fina coquetería) y unos tacones. Para que sea realista camine tambaleándose pero sin caerse (o embriáguese hasta el tuétano); si es mujer, no se arriesgue a hacerlo con los tacones puestos, si es hombre, le basta con intentar caminar con los tacones.

Disfrácese de Falso Positivo: haga de cuenta un zombie con camuflado, póngase alguna camiseta deshilachada, un pantalón camuflado, botas pantaneras, consiga sangre de res o de cerdo y tíresela encima (si tiene los medios, recree el tiro de gracia con látex). Todavía quedaría faltando algo esencial y esa es la parte que diferencia a un falso positivo de un zombie con camuflado, la identidad: consiga una cédula de alguien que no sea usted, o mejor, salga a pedir dulces sin cédula, le aseguro que va a ser uno de los más atractivos de la noche.

Disfrácese de Vicepresidente: ¿cómo no aprovechar el potencial que tiene Angelino?, lo único que tiene que conseguir para caracterizarlo es un puñado de papa cocida y un traje con corbata. Póngase el traje (mientras menos bien lo lleve, mejor) y métase toda la papa cocida a la boca. Listo. Si tiene bozo natural, perfecto, de lo contrario pínteselo, asegúrese de llevar el bigotico también. No se preocupe si no tiene la quijada belfa, la boca rellena de comida no va a dejarlo notar del todo. Para darle más realismo a su atuendo, derrámese una cerveza encima, deje que se seque para que el aroma se impregne y salga a pedir frituras.

Disfrácese de Espía Internacional: este disfraz es completamente conceptual y por eso es mi preferido (por eso y porque el único esfuerzo que cuesta es mental), ¿se ha imaginado siendo un espía de la CIA encubierto?, ¿qué haría?, ¿cómo se vestiría?, ¿le diría a alguien?, según eso, vístase igual, haga lo de siempre, pero no le revele a nadie su identidad, destápese después de la fiesta para que todos se puedan asombrar con su confesión, no lo haga antes, no se le ocurra hacerlo antes. Esa es su misión, si desea aceptarla.

Disfrácese de El Sujeto: con una camiseta roja, unas gafas y una barba es suficiente para lograr el atuendo de El Sujeto. Quítese todo el pelo de la cabeza, cuélguese la barba (si no le crece), póngase unas gafas negras y una camiseta roja. Compre cigarrillos, una candela y, si quiere, solo si quiere, algo de mariguana. Tenga cuidado, si elige esta opción para este día, corre el riesgo de salir lastimado por alguna horda de mujeres hermosas o alguna madre reclamando respeto en nombre de su desarrollada infante.


Si todavía no sabe de qué disfrazarse no es por falta de opciones, acabó de recibir seis sugerencias baratas, no puede decir que la falta de plata es excusa. Vaya a la fiesta con alguna de mis opciones y verá que va a ser un éxito, yo se lo aseguro. Salga a la calle en manada y piérdase en la noche, cante con alegría ‘el triqui triqui’ y todas sus variaciones, no se ahorre esfuerzos en licor o comida, derroche tanto como pueda, emparrándese, atásquese, enfurrúsquese, vacile y retoce, recuerde que cada día hay menos razones para celebrar.

Con respecto a La Navidad...


Hace algunos años, cuando todavía celebraba La Navidad, recuerdo que me parecía muy precoz eso de empezar a decorar la casa antes del 25 de noviembre, llegó a irritarme bastante saber que apenas comenzaba el decimoprimer mes muchas familias comenzaban con los preparativos para el decimosegundo, ¿no se podían esperar dos quincenas más?, ¿cuál era el afán de terminar el año? Después entendería que no era por el espíritu navideño sino por la fiesta, por los excesos; desde esa perspectiva a todos nos convenía que diciembre durara sesenta y un días ―y hasta más―. Ahora que no celebro ningún natalicio veo que no era necesario tanto preparativo, celebre o no celebre en esa fecha, siempre me invitan a las fiestas. Pero, con respecto a La Navidad tengo algo para decir: todavía no estamos en diciembre.

Este pueblo es adelantado en el tiempo solo cuando le conviene: en cuestiones como educación, equidad social, cultura, alfabetismo y civismo ―para no explayarme―, continuamos en la Edad Media, pero para recibir diciembre nos adelantamos uno, dos y hasta tres meses. No exagero, desde septiembre empieza la programación navideña en las emisoras populares, los centros comerciales abren la temporada decembrina, las vitrinas de los almacenes se llenan de luces de colores y de papás noeles de diferentes tamaños, formas y sexos. Yo logro comprender por qué lo hacen los comerciantes, nada mejor que tener la mejor temporada del año tantos meses, lo que no me explico es por qué los medios de comunicación se sienten en diciembre sin haber pasado amor y amistad ni la noche de brujas ―¿cuál de las tres más pendeja?―.

Y no es que sea un amargado que no disfruta de las buenas intenciones, ¡no!, por el contrario, me encanta que Rodolfo Aicardi y Octavio Mesa suenen más de treinta y un días al año, si fuera por mí, comería natilla y buñuelo todos los días; si estuviera en mis manos, me la pasaría de fiesta en fiesta comiendo marrano frito y tomando aguardiente gratis cada día de mi existencia ―así fuera extremadamente corta―. Lo que pasa es que me da pesar de tanto bobo que cree en todos los cuentos que escucha sin saber que a Papá Noel lo creó Coca-Cola y que al Niño Dios lo imaginó algún curita pedófilo ―si no es así,  que alguien me explique por qué lo hizo semidesnudo―, de tanto bobo que cae en esa trampa de los comerciantes y las emisoras, se la pasan en diciembre desde septiembre y en junio todavía están preguntándose de dónde fue que salieron tan endeudados, en serio, se los aseguro: para pasar bueno en diciembre no hace falta gastar plata, se los digo yo que llevo veintiún diciembres sin gastar un peso.

Yo ya me siento en diciembre sin querer queriendo, ya he comido natilla y buñuelo por lo menos cuatro veces después de julio, el aguardiente y los fritos han venido en aumento desde la mitad del año, y las fiestas cada día se vuelven más constantes, esperemos que la única demorada en hacer aparición sea la pólvora. Mi recomendación es esperar a diciembre, treinta y un días de excesos y descontrol son más que suficientes para cualquier cuerpo, no llenemos las calles de borrachos desde tan temprano, la sobriedad debería permanecer al menos hasta mediados de noviembre…eso pienso yo ―y alguna asociación de marranitos―.

¡Feliz Vanalidad para todos, les desea El Sujeto que cavila!

¿Qué más da?


¿Qué más da?, che le hicho achí y lo tuvo. Haya sido por miedo, por pesar, por venganza o simplemente por inercia, pero lo tuvo. Ya no hay más oportunidades para deshacerse de él de forma sencilla ―legal―, de ahora en adelante va a tener que soportarlo hasta que alguno de los dos se muera. Tuvo más de cuatro meses para decidir no tener el bebé pero decidió traerlo a este mundo; craso error. De todas formas no se desanime, usted puede tener una vida tranquila con su cría y hasta puede que tenga posibilidades de pasar de los quince años pero tenga en cuenta que en esta vida los errores se pagan con plata, con cárcel o con culo ―estos errores cuestan muchos millones y por lo general no se ven retribuidos―. De entrada debo aclarar que lo que viene a continuación no tiene por objetivo herir la susceptibilidad de ninguna madre ni de ningún padre, por el contrario, lo que busco es ayudar a que esos jóvenes padres neófitos y a esas infantes madres primerizas a que afronten ese reto tan grande de la manera adecuada, me tomé el trabajo de pensar y redactar algunos puntos para tener en cuenta en esa carrera de progenitor joven y progenitora joven.

NOTA: si tiene más de treinta (30) años no aplica para lo de joven. Si tiene menos de treinta (30) años y más de tres (¡¿3?!) hijos, respétese.

OTRA NOTA: cuando me refiero a ‘el bebé’, puede ser un infante de sexo femenino o de sexo masculino, nada excluyente.

Basta de golpes de pecho por haber querido lo más difícil, hay que afrontar el asunto como la post-adolescencia lo requiere: lo primero a tener en cuenta es que aunque el hijo sea no deseado, quiéralo y empiece a desearlo. La pobre criatura no tiene la culpa de nada, usted es el culpable y por lo tanto es usted el que debe esforzarse para que la vida no sea tan mala para el pequeño. Ojalá nunca se entere de que su existencia es resultado del azar y las malas decisiones, recuerde que los pequeños son impresionables y los recuerdos adquiridos en la niñez se llevan a la tumba.

Las cosas se facilitan si usted es millonario, de lo contrario, ¿en qué estaba pensando?, ¿en serio cree que puede sobrellevar decentemente ese reto? Si no cuenta con demasiados recursos ojalá tenga educación profesional y un trabajo estable, de lo contrario, ¿en qué estaba pensando? Si no tiene ni estudio ni trabajo, le adelanto un futuro negro. Mi recomendación en ese caso es vender el bebé, hay muchas parejas que no son aptas para concebir y gastan buenas cantidades de dinero en la compra de hijos, también puede darlo en adopción pero no se lo recomiendo, no recibe nada a cambio y hay que rellenar demasiados formularios.

Supongamos que ya tiene definida la parte monetaria, bien. Lo que sigue es crearle un entorno adecuado, ¿cómo es un entorno adecuado? ―se preguntará―, ¿qué necesita tener el bebé en su entorno?, no es poco. Regístrelo pero no lo bautice, él después decidirá si quiere pertenecer o no a algún culto. A la hora de ponerle nombre piense bien la decisión porque es una marca eterna y de ella dependen cosas como la autoestima o la distinción de quien la porta (próximamente espere mis recomendaciones para ponerle nombre a su hijo). Estimúlelo frecuentemente con juguetes y sonajas ―ojalá no sean los mismos del perro―, dele toda la comida que pida ―conozco casos de empresas grandes que se van a la quiebra por alimentar un bebé―, interactúe con él, háblele ―no le va a entender pero se acostumbra a sus muecas―, sóbelo, tóquelo ―cuidado con ir a sobrepasarse y llegar a los límites de la violación, al menos en público, está mal visto― y sáquelo a tomar el sol, paséelo como su trofeíto, para eso se usan. Si no sabe cómo comportarse para no mal influenciar a su cría, piénselo dos veces, los malos hábitos que le enseñan en la escuela o en el colegio son suficientes.

Un aspecto crucial para tener en cuenta a la hora de la crianza es la influencia musical: los sonidos y hasta las letras de las canciones estimulan a los niños de diferentes maneras, si usted habitualmente escucha música barata, recapacite; no querrá que su retoño florezca convertido en un patán de cuenta de la música que escucha, no querrá que su hija llegue embarazada más temprano que usted de cuenta de las letras que la influencian. Mi recomendación es llenarlo de buena música, la clásica es la mejor elección, afina los sentidos y el gusto. También es una buena opción enseñarle los diferentes instrumentos musicales que tiene el mercado, gástele todo el presupuesto que tenga que gastarle, a la larga lo más malo que puede pasar es que no salga músico.

Con relación a los peligros que corre un niño/pre-adolescente/adolescente en la calle hay que decir varias cosas: en estos tiempos precoces, si es fémina, constrúyale un cinturón de castidad o enciérrela y se evitará varios problemas; si es varón, adviértale lo que sucede cuando se fornica sin cuidado ―es posible que termine por preñar a alguna loquilla despistada pero que conste que usted lo advirtió―. Eso por el lado sexual, por el lado de los vicios, lo siguiente: sáquese las dudas, si cree que su hijo o su hija está consumiendo drogas, asegúrese de que así sea y santo remedio. Es más, no espere a que tenga sus primeras experiencias con terceros, usted sabe qué es lo que puede pasar en esas primeras experiencias con alcohol, alucinógenos, opiáceos, psicoactivos, barbitúricos, etcétera…muéstrele usted mismo los excesos, nada mejor que hacerlo bajo la vigilancia de un adulto irresponsable.

Por último, debo mencionar algunas cosas puntuales de las que debe saber, ojalá las tenga en cuenta: por nada del mundo lo traume con cuentos raros, el miedo a las cucarachas, la oscuridad, los fantasmas o Dios le pueden causar daños irreversibles. No permita que Disney World se convierta en un sueño frustrado, logre influir para que por nada del mundo su hijo desee estar en ese sitio. Si tiene niña, no deje que haga parte de esa ridícula y ostentosa costumbre de celebrar los quince años, muéstrele que no hay nada qué celebrar, que entienda que no hay nada de bueno en estar creciendo. No le complazca los gustos, adiéstrelo de manera tal que gaste menos de lo pensado, recuerde que de todas formas esa inversión no se va a ver retribuida.

Parece que está de moda eso de tener hijos, no me alcanzan los dedos de las manos ―incluidos los dos que tengo ocupados en el cigarrillo― para contar las personas que conozco con este problema  y por eso vi necesario escribir las anteriores palabras, no había tenido el descaro de felicitar a nadie, no había sido capaz de acercarme a ningún padre ni a ningún a madre y mostrarme alegre por lo que acababa de hacer, definitivamente mis intenciones no son tan feas, por el contrario, planeé unos consejos para ser de utilidad, para servir de verdad y no solo llenar mi boca de palabras vanas; aprovecho también para desearle mucha suerte, la va a necesitar.

Posdata: si todavía no se le ha ocurrido un buen nombre para ese varón, póngale Eustaquio, tiene todas las vocales.

Caso perdido


Hacía algunos años no había tenido la necesidad de celebrar ninguna fecha especial, ese día estaba cumpliendo un mes con mi noviecita. Aunque nadie hubiera dado un peso por nuestra unión le estábamos callando la boca a más de uno, a los tíos de ella, a los primos de ella, a los amigos de ella, a los ex novios de ella y a los suegros míos; yo no los culpaba, el problema que veían era de edades, yo era muy mayor para ella o ella era muy menor para mí, me gustaba pensar más en lo segundo, eso me excitaba. Más. Yo, todo un señor, con olor a señor, con pinta de señor y con cara de señor, ella toda una damita, con su carita de señorita, sus teticas de muchachita, sus vestiditos de adolescentica, sus piernitas largas y provocativas, obviamente de niña, cuerpo de niña, toda una niña, ¡qué niñota! ¿A quién le iba a importar lo que opinaran o dejaran de opinar?, para el amor no hay edad y menos para el sexo, de todas formas ya habían pasado dos años desde que había cumplido los catorce, antes me había retrasado mucho.

Me tomé el día libre y no me aparecí por la oficina, por la mañana tuve cita con la pedicurista, la manicurista y la tijerista en la peluquería, después hice algunas partes de la rutina de ejercicios que hacía cuando era universitario, compré una loción barata con olor decente, averigüé otra barata para ella y le compré una Carolina Heredia©, hice que se la envolvieran en algún papel brillante y me fui a donde mi hermano a pedirle el carro prestado. Me sentía otra vez como en mi primera traga, estaba haciendo lo mismo que hice en la antesala de mi descorche, parecía que fuera a perder la virginidad otra vez pero no era falta de sexo, no era que no tuviera mis desfogues por ahí, de hecho se pasaban de casuales, el asunto era que no había tenido la oportunidad de asegurarme un coño estable en varios años, me tocaba ir saltando de flor en flor buscando dónde meter mi problema, ¡esa vez estaba asegurándome mi propio pan, el mío, Mi Pan!

Llegué a la casa de mi noviecita, parqueé más o menos bien, me acerqué a la fachada y toqué el timbre. Escuché que el perro/rata/murciélago-sin-alas empezó a saludarme desde adentro y le ladré unas cuantas veces para que me entendiera. Me abrió la puerta Doña Esther, la suegra, malacarosa y venenosa como siempre, con su mostacho negro, la saludé y le pregunté por Marcelita, mi noviecita, me dijo que se estaba arreglando pero que podía esperarla en la sala. Fue cuestión de dos segundos después de entrar para que el perro/rata/murciélago-sin-alas se le aventara a la bota derecha del jean a mordisquearla, seguro era de esos antinarcóticos. Me senté en un mueble lejos de los otros, para evitar contacto verbal con algún familiar de mi noviecita pero fue inevitable, Doña Esther se me acercó con un vaso lleno de líquido entre blancuzco y amarilloso en la mano, se lo recibí, Muchas gracias Doña Esthercita, Dios se lo pague, me lo tragué en un movimiento y le entregué el vaso vacío, Estaba muy rico.

Apareció la mamacita esa, con un vestidito cortico como los que se ponía, mostrando esas piernitas largas y bien formaditas, con chanclitas como a mí me gustaba, mostrando dedito. Me dio un besito tierno en la boca, cortico, me cogió de la mano y salimos, Hasta lueguito, que estén muy bien, mientras suegro y suegra le echaban la bendición a la niña. Entramos al carro y tuvimos una de esas conversaciones superfluas que solíamos tener que duró hasta que llegamos al motel. Se puso pálida cuando vio que entrábamos detrás de los otros carros, creí que se había alcanzado a ofender porque no era capaz de dirigirme la mirada a la cara y estaba ruborizada.

―¿Estás bien?, si quieres te vuelvo a llevar a la casa, no quiero que te sientas presionada ―le dije con mi voz de papá comprensivo―.
―Estoy bien, tranquilo, es que no me esperaba que me trajeras acá ―me dijo, decepcionada―, yo creí que íbamos a comer…
            ―Yo voy a comer, ¿y tú?
            ―¡Pues qué va, también! ―me soltó una de esas risitas que me llenaban de sangre―

Se empezó a quitar la ropa y yo la iba a dejar a solas un momento, que se pusiera cómoda mientras yo me ponía cómodo, apenas notó que me estaba yendo me interrumpió.

            ―¿Ya te vas?
            ―Voy al carro a fumarme un porrito…yo sé que no te gusta el humo y tú sabes que a mí me gusta mucho.
            ―¡Comparte!, ¡dame, hoy quiero fumar contigo antes! ―me soltó, emocionada―

Yo nunca le he negado vicio a nadie y ese día no iba a ser la excepción, ahí acostados en la cama le di algunas instrucciones antes de, le advertí que la mierda que iba a fumar era fuerte, la informé de posibles sensaciones, de efectos secundarios y de adicción, de todas formas estuvo dispuesta y yo ya tenía afán. Las damas primero, una calada. Dos caladas. Tres caladas. Mucha tos, ahí me di cuenta del olor de lo que había comprado. Mi turno, hice lo que sabía hacer y cuando me sentí en línea apagué el cigarro. ¡Pero yo todavía no estoy trabada!, veía normal, oía normal, olía normal, solo un leve cosquilleo en los pies. Parecía que estaba frente a una especie de organismo inmune al placer, lo volví a prender y se lo entregué. Dejó de fumar cuando se empezó a quemar los dedos, no había visto nunca una primera vez tan desaforada.

Cuando me dijo que sí empezaba a sentirse en las nubes yo ya estaba sin pantalón, me le tiré encima y empecé a desabrocharle el vestido por la espalda. Me demoré algunos minutos porque eran nudos muy bien formados, se quedó acostada bocabajo en la cama, le di vuelta y estaba durmiéndose, entonces le bajé el vestido y comencé a trabajarle con la mano. Empezó a lanzar unos gemiditos extraños, yo supuse que eran de placer y continué con las manualidades hasta que se convirtieron en gruñidos, luego en graznidos y terminaron con la expulsión de todo lo que había comido en el día, ¡la noviecita se levantó y me vomitó encima! Me quité los calzoncillos vomitados y me puse el jean, a rueda libre la limpié, la vestí ―ahí me di cuenta de que no era necesario desabrochar los nudos de atrás―, le di un vaso de agua y la monté al carro. La llevé a la casa más temprano de lo que todos pensábamos con la excusa de que nos habíamos intoxicado con los mariscos y fui a donde mi hermano a entregarle el carro con olor a vómito. Ya que lo pienso, nunca supe por qué fue que vomitó ni qué eran esos trozos verdes de cosa que habían salido de su estómago, apenas alcanzamos a durar un mes.

En caso de borrachera:


Cada ser cuenta con un organismo único que aunque puede coincidir en algunas funciones con otros cuerpos, por lo general tiene respuestas únicas cuando se estimula. Eso explica por qué yo no puedo tomarme un tinto después de que cae el sol porque no puedo dormir hasta que vuelva y salga pero mi señora madre no alcanza el sueño sin su dosis de cafeína nocturna; eso explica, también, por qué puede tener diarrea después de ingerir algún producto lácteo. Pero hoy no vengo a dirigirme a los intolerantes a la lactosa, para ellos ya hay leche deslactosada y sabe más rico, mi misión hoy es llegarle a los que tienen el mismo problema que llevo a cuestas, a los intolerantes al etanol, los que sufrimos cambios drásticos de personalidad cuando bebemos.

Hay varias clases de borrachos que se pueden encajar en dos tipos, los buenos borrachos y los malos borrachos. Los buenos borrachos son los que no son obstáculo para la diversión del momento y los malos borrachos son los que se encargan de cagarse en todo lo que estaba planeado. Si usted es un buen borracho no va a necesitar de mis consejos porque no tiene mayores problemas con beber, disfrutar y largarse a dormir; si por el contrario, usted es de esos que bebe y se enlaguna, de los que se levanta al otro día a revisar que nada falte, de los que han extraviado más de un teléfono móvil en las noches de juerga, de los que tiene descendencia sin querer queriendo y sin saber sabiendo, si usted es como yo, preste atención a los siguientes consejos.

En caso de borrachera, recuerde:

Duérmase. Es lo mejor que puede hacer, fíjese, estar dormido es casi como estar muerto y dormir la borrachera es equivalente a matarla. Tenga cuidado dónde y cómo lo hace: no es lo mismo despertar en un sofá a las cinco de la mañana que quedarse dormido en una piscina y no despertar. También fíjese en la posición que se acuesta, no querrá morirse ahogado con su propio vómito como cualquier rockstar.

Vomite. Si no puede matar la borrachera, deshágala. No sirve de mucho tomar café o comer alimentos callejeros repletos de grasa, tampoco mezclarle RedBull o empezar a trotar, lo que usted tiene que hacer es buscar un buen lugar y de la mejor manera, sacar todo eso que lo tiene haciendo estupideces. Al principio puede resultar una práctica dolorosa y repugnante, con el tiempo va a ver que no es tan difícil y además pierde peso.

Cállese. Si no pudo dormirse ni vomitar, quédese en su sitio y cállese. Es curioso que lo único que salga de la boca de un borracho sean estupideces, por lo menos yo cuando le he dedicado mucho rato a la ingesta de alcohol no soy capaz de decir otra cosa que no sean sandeces, sin gracia, fuera de contexto. Cuando vea que su lengua empieza a dormirse, coja la copa, siga bebiendo y cállese.

Váyase. Puede ser solo mentalmente, pero desaparezca. Es preferible entrar en estado de Piloto Automático a levantarse a dar lidia; si puede, apártese del grupo, mire un punto fijo lejano y concéntrese en nada, si está borracho le puede salir muy natural. Lo ideal es irse a casa, lo único malo es que ahí termina la noche para usted así empiece para los otros.

Entreténgase. Si no se puede alejar del gentío, entonces únaseles. Vaya hasta el grupo más prendido ―en ánimos, no en licor― y haga lo que ellos hacen. No importa si están haciendo ese tren tan bochornoso, recuerde que es lo único que tienen los abstemios para divertirse, no importa si están bailando, mejor, búsquese una pareja y comience a moverse. Es menos peor aparecer en fotos haciendo el ridículo en la pista que haciéndolo en el baño, solo.

Alíese. En todos los grupos de borrachos hay uno, por lo menos, que es buen borracho, úselo. Júntese con el que lo puede cuidar, asegúrese de tener un pajecillo, un escudero fiel que no lo deje cometer las estupideces que, le aseguro, puede cometer borracho. Escoja a alguien de confianza porque no lo esperan trabajos fáciles, lidiar con un borracho puede resultar tan molesto como lidiar con un político.

En caso de borrachera, evite:

Llamar. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que la llamada de un borracho es bien recibida, solo a un ebrio se le ocurre llamar en la madrugada y balbucear algunas barbaridades.

Mensajear. Es como llamar pero más peligroso. La llamada es efímera y generalmente nadie la graba, el mensaje de texto perdura con el tiempo y puede llegar a ser prueba irrefutable del estado etílico de quien lo manda.

Conducir. No falta el pendejo.

Llorar. Las lágrimas de un borracho por lo general causan risa en vez de lástima.

Fornicar. Recuerde que en ese momento no tiene control sobre casi nada, o mejor dicho, no tiene casi nada de control sobre algo, lo máximo que está capacitado para hacer es identificar lo que quiere, de ahí para adelante todo depende del azar.

Beber. Ya está borracho, logró su cometido, ¿para qué sigue bebiendo? Mientras más beba más guayabo lo ataca, mientras más bebe más vomita, mientras más bebe más se emborracha.

Se lo digo yo, que he sido tan mal borracho. Desde que tengo recuerdos he dejado de tener recuerdos después de muchas noches de copas, luego de haber ingerido muchos centímetros cúbicos de etanol y por eso he aprendido a tratar a mi Mr. Hyde, al tipo que sostiene el volante mientras yo estoy ocupado asesinando neuronas. De todo corazón, espero que le haya servido y le vaya a servir mucho lo que acabé de aconsejarle, yo lo he venido aplicando y me ha funcionado de maravilla, el hecho de ser intolerante al alcohol y de carecer de Caja Negra no puede ser excusa para dejar de beber, nada puede ser excusa para dejar de beber. Así se despide este borracho, que de ser tan malo, se ha vuelto bueno.

El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.