Discapacitodos

Creo que no me tengo que esforzar mucho explicando detalles del escándalo que tiene alborotados a mis paisanos actualmente: una líder espiritual de alguna iglesia diciendo estupideces, que dizque ningún discapacitado está en condiciones de subirse al altar para oficiar la ceremonia; después salió explicando que sí se podía subir, siempre y cuando no se le notara mucho. El argumento de estas afirmaciones se encontraba en las Sagradas Escrituras, como era de suponerse, según citaron. Yo entiendo que protejan la imagen de la empresa, eso no es nada nuevo, lo que no tolero es que discriminen las discriminaciones tan excluyentes, ¿y dónde me dejan la incapacidad mental de los pastores?, ¿y la de los fieles?

Todos sabemos la cochina relación que existe entre política, religión y lavado de activos, por la misma razón no nos sorprende eso de que para proteger la fachada espiritual de su lavadero recurran a semejantes estupideces, la discriminación es pan de cada día para un ciudadano corriente. No sé por qué se escandalizan sino cuando discriminan al discapacitado o al indefenso sabiendo que discriminamos indiscriminadamente: al peatón, al motociclista, al pobre, al feo, al negro, al bobo, al zurdo, al sordo, al gordo, al flaco, al alto, al caco, al rico, al feto, al ñato, al blanco, al zarco, al uno, al otro y sobre todo al que no discrimina.

Yo no sé por qué salió el presidente por televisión exigiendo tolerancia, se llenó de babas la boca diciendo que Colombia es un país sin discriminación, pero, ¿dónde está el carril de motocicletas, señor presidente?, ¿por qué nos tiene tan abandonados a los consumidores de psicoactivos?, ¿por qué no ha convertido el tejo en deporte olímpico?, ¿por qué no ha bautizado a los NN?, ¿dónde están los carros para zurdos?, ¿y el aborto masculino?, ¿y la zona de fumadores en los aviones?, ¿y el servicio militar obligatorio femenino?, ¿y los buenos humoristas?, ¿y los buenos modales?, ¿y las buenas personas?

Se discrimina en bares, discotecas, colegios, iglesias, empresas, oficinas, calles, familias, organizaciones, clanes; se discrimina por edad, sexo, raza, color, etnia, estrato, condición social, sangre, familia, nombre, cara, culo, tetas, plata, acento, cuna, tumba. Por consejo, por honor, por respeto, por tradición, se discrimina porque sí y porque no, porque de pronto y porque quién sabe, de todas maneras alguien lo iba a discriminar. Por eso mismo es que nos discriminan afuera por llevar la nacionalidad que llevamos, porque ni siquiera entre nosotros nos aceptamos, por ladrones, por matones, por traficantes, por burdos, por peligrosos, por involucionados, ¿cómo le van a exigir evolución a una persona que no la conoce?

Actividad para anormal

Tenemos una aversión natural hacia lo que nos altere los nervios, rechazamos las experiencias que conocemos y catalogamos como negativas, detestamos las sorpresas malas y buscamos que las buenas se repitan cada vez con más frecuencia; rechazamos el dolor, el miedo, la angustia: no nos gusta sufrir. Hay quienes buscan lo contrario, se les llama masoquistas ―personas que disfrutan sentir dolor o fantasear con sentirlo―, y aunque son respetados, no dejan de ser mirados como bichos raros. Yo, que soy una gallinita, opto por sentirme bien todo el tiempo y evito lo que me pueda resultar doloroso/bochornoso/aburridor/angustioso, busco repetir las buenas experiencias, me adelanto a las sorpresas ―porque detesto el suspenso― y prefiero las sonrisas. Por eso es que no veo películas de terror.

En el tiempo muerto de inicio de año me di a la tarea de abrir mi mente a este género cinematográfico que me había sido tan ajeno teniendo en cuenta mi gusto por el séptimo arte, para nada selecto, pero con estándares básicos a la hora de disfrutar. Con ojo crítico vi varias cintas clásicas, luego unas populares y algunas catalogadas como
novedosas y contemporáneas por unos blogueros expertos en comer crispetas: de Nosferatu a Hitchcock todo estaba bien, para su época fueron sensacionales, una tras otra, pero de ahí para adelante se vino en declive el terror a pesar de los éxitos taquilleros de los noventas como El Proyecto de La Bruja de Blair o El Aro. Sentí de todo menos terror, eso sí, ninguna me hizo reír tanto como Actividad Paranormal. Bueno, miento, hubo una: Actividad Paranormal 4.

Me centro en ese título porque superó mis expectativas, no hay Jim Carrey ni Adam Sandler que le superen en comicidad, ni Víctor Gaviria que le compita en bajo presupuesto, ni Dago García que se le compare en desfachatez, ni nada. Es mala, con ganas. Es tan mala que da risa, dan mucha risa. La primera, la segunda, la tercera, la cuarta y la quinta. A parte de la saga de Torrente, no conozco saga cinematográfica que valga la pena, las sagas son malas y esta saga es la más mala de las malas sagas en la saga de la historia de las sagas del mundo de las sagas.

Es paranormal asustarse con efectos que Roberto Gómez Bolaños dominaba en los setentas, es paranormal el grado de estupidez de los personajes, también el guion lento que produce paranormales bostezos que, de vez en cuando, son interrumpidos por los gritos surround de algún pendejo subnormal, es paranormal que se sigan asustando con un
found footage, es paranormal que sigan llenando las salas con películas de este calibre y lo más paranormal de todo, es que ya sean cinco las paranormales caspas.

El Sujeto

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Hace más de veinte años nací, vengo creciendo, lucho por reproducirme y todavía no he sabido que me haya muerto.